21/10/08

Old Man Bebo · 2007

Bebo Valdés, gigante de la música cubana, es uno de los últimos supervivientes de la época dorada de la música cubana de los 40 y los 50.

Tras el triunfo de la Revolución cubana, Valdés se exilia en Suecia, donde vive olvidado durante cuatro décadas ganándose la vida como pianista en los bares de los hoteles de Estocolmo.

Pero a partir del año 2000, tras su aparición en la película Calle 54, Bebo regresa de modo espectacular a los escenarios.
Old Man Bebo, que fue rodada a lo largo de siete años, en Cuba, Suecia, España y Estados Unidos, es la crónica de las vidas y las épocas de Bebo Valdés.

El director de esta película es Carlos Carcas, cineasta nacido en Miami en 1968. Hijo de exiliados cubanos, Carcas trabajó como operador de cámara en Calle 54, bajo la dirección de Fernando Trueba.
Además codirigió y editó Side B, un documental de 50 minutos acerca de la historia del jazz latino, y dirigió el documental musical Mira como viene, con el septeto del pianista español Chano Domínguez.


Old Man Bebo · Trailer




Old Man Bebo por Carlos Carcas

La primera cosa de Bebo Valdés que me llamó la atención fue su forma de escribir. Me recordaba a la forma en que escribía mi abuelo, algo que siempre he asociado con un tiempo y lugar determinados. Era “caligrafía antigua cubana”. Aquello y su sonrisa. Bebo siempre está sonriendo. Fue en el año 2000 y yo estaba trabajando de operador de cámara con Fernando Trueba en el rodaje de Calle 54. En aquel momento, Bebo no tenía ni idea de que estaba emprendido un viaje que le proporcionaría seis premios Grammy. Tampoco tenía yo idea que sería pasajero en aquel barco.

Calle 54 fue una droga potente, y después de trece días de rodaje, vagaba por las calles de Manhattan necesitando más. Fernando Trueba estaba entrando en otro estudio para grabar el álbum El arte del sabor con Cachao, Patato Valdés y aquel hombre tan simpático que tocaba el piano, el padre de Chucho. Teníamos una pequeña cámara de video y Trueba dijo, “¿Por qué no vienes y grabas algunas imágenes para usar en la promoción del disco?”. Sin saberlo, esos fueron los primeros fotogramas de Old Man Bebo.

Dos años después, mi amiga Silvia Delgado me llamó, como hacía cada vez que llegaba algo interesante a Madrid. “Carlos, Bebo viene a ensayar con El Cigala”. Inmediatamente pensé “Voy pa’ allá.”

Fueron los días de la grabación del álbum del Cigala Corren tiempos de alegría y la experiencia fue sublime. La combinación de la voz de Cigala y el piano de Bebo era algo completamente nuevo y al mismo tiempo sonaba como si hubiese existido siempre. Todos los que estuvimos en los ensayos y las sesiones de grabación nos quedamos alucinados. Aquello iba a ser grande. Iba ser una revolución. Y entonces…

No pasó nada
Cogí el material, lo guardé en la estantería y me olvidé— o casi. Sabía que había algo muy especial en aquellas cintas. Que algún día podría usarlo de alguna manera.
Cuando Fernando Trueba decidió grabar Lágrimas Negras, no lo pensé dos veces. No me importaba que nadie viera nunca lo que grabara. Necesitaba aquella droga musical.

Lo filmé todo. Horas de ensayo y todo la música que se grabó. De Madrid volamos a Nueva York para la grabación de los dos álbumes de Bebo de Cuba y después a Miami para las sesiones de Beautiful Music con Federico Britos. Fue un viaje mágico.
El resultado inmediato de ese metraje fue una película que edité llamada
La cocina de Bebo y Cigala. Más adelante salió otra pieza corta para el álbum Bebo de Cuba llamada Cuaderno de Nueva York. Y después, cogí las cintas y las puse de nuevo en la estantería.

Durante el tiempo que transcurrió desde Calle 54 hasta La cocina, llegué a conocer y a querer a Bebo. Si pasas cinco minutos con él y no le quieres al instante, es porque algo te pasa.
Como músico, Bebo es completo. No puedo contar las veces que le he visto sentarse al piano y, sólo para calentar, tocar Waltz for Debby de Bill Evans y de ahí saltar a la Danza No. 1 de Ignacio Cervantes y luego entrar en un boogie-woogie improvisando un solo increíble. Ya no puedo andar por Nueva York sin el sonido de su big band en la cabeza.

Para mí, Ecuación es la banda sonora de la Séptima Avenida de Manhattan. Y jamás olvidaré, durante un descanso entre ensayos en el 2002, su interpretación de la Danza Andaluza de Granados. Hay algo misterioso en su manera de tocarla, pero no se atreve a grabarla porque, en sus palabras, “Es una pieza muy difícil". Esto es una muestra de su modestia y de su respeto por la música.

Bebo es la definición de la palabra “caballero". Después de todas esas horas que pasaba escuchando sus historias, escuchando sus ideas sobre la música, empecé a ser consciente de que tenía frente a mi una pieza enorme de la música cubana del siglo XX. Por entonces apenas se había escrito o hablado sobre Bebo. Salvo para un puñado de entendidos, era totalmente desconocido. Todavía hoy no se ha hablado lo suficiente. Dentro de mí brotó un sentido de responsabilidad. Trueba estaba produciendo los discos y yo estaba ahí viéndolo todo con una cámara en la mano. ¿Qué iba a hacer con aquello?

Comencé a pensar en una película biográfica principalmente porque Bebo me tenía enganchado. Mi motivación principal era poder terminarla, grabarla en un dvd, sentar a Bebo, decirle “Aquí está tu vida” y pulsar play. Pero cuando empecé a investigar, con la ayuda inestimable de Rosa Marquetti, entendí que ésta película ya no era mía. Pertenecía a la cultura cubana.



Yo simplemente era un cazador de tesoros lanzándome al mar y volviendo a la superficie con unos trozos de historia que se habían arrancado de los libros y tirado por la borda. Una vez que las páginas estaban restauradas, lo único que tuve que hacer fue pegarlas de nuevo en su sitio. Y en el proceso de filmar la historia de Bebo, he podido redescubrir mis propias raíces cubanas y americanas, partiendo desde España, lo que me ha dado la distancia y la objetividad necesarias para distinguir con claridad lo más importante de esta historia: el amor de un hombre por La Música.
Carlos Carcas

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