Roberto Fats Fernández · Un trompetista de Buenos Aires · 1987
El primer álbum de Roberto Fats Fernández, grabado en Buenos Aires en 1987, con la colaboración de una amplia representación de músicos de la escena del jazz argentino, fue producido por Litto Nebbia, quien además firma el texto que sigue a continuación.
Roberto Fats Fernández comenzó a tocar su trompeta a los 17 años junto al legendario grupo The Georgian's Jazz Band.
Luego pasó a integrar el quinteto de Leandro Gato Barbieri y el grupo Sanata y Clarificación de Rodolfo Alchourrón.
También ha integrado las orquestas de Jorge Anders y Bubby Lavecchia.
En los Estados Unidos ha tocado junto al notable trompetista Roy Eldridge, pasando por la orquesta de Ray Charles y los combos latinos de Eddie Palmieri, Ray Barreto y Larry Harlow.
Como músico sesionista ha intervenido en la grabación de más de 300 LPs, destacándose entre ellos en la faz jazzística, registros junto a Lionel Hampton, Paquito D'Rivera ó Michal Urbaniak.
Ha realizado jam sessions junto a Chick Corea, Randy Brecker y Larry Coryell.
Es verdad que la música habla por sí sola. Pero también es verdad que los prejuicios clasifican y distancian a veces a la música sin ninguna razón.
Este no es un disco de jazz. Mucho menos de rock.
Es un disco de música sana, interpretado por uno de los mejores solistas de trompeta que tenemos en nuestro país.
Roberto Fernández es un músico notable tanto en sus improvisaciones como en la interpretación de melodías.
A pesar de su larga trayectoria y experiencia discográfica, este es su primer disco como solista.
Su trompeta ha sonado en algún viejo disco de Los Cinco Latinos, pasando por Los Shakers, y hasta con la orquesta de Ray Charles.
Todos los músicos que hemos servido de tapiz para su condición de solista, hemos disfrutado enormemente con la grabación de este álbum. Un disco sin ataduras ni géneros.
Claro que con espíritu jazzístico.
Que más puedo decir antes que Ud. lo escuche?
Nada más que tengo una enorme alegría de que aparezca el primer disco del querido Gordo Fernández como solista.
Sinceramente, Litto Nebbia.
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Fats Fernández por Jimmy Owens
Siendo trompetista y flugelhornista de jazz y viajando siempre a diferentes países, estoy constantemente en la búsqueda de buenos músicos de jazz. Músicos que han desarrollado la verdadera esencia de lo que yo siento es la gran música de jazz americana.
Esta esencia es expresionismo personal y comunicación.
En una gira por Buenos Aires escuché tocar a Roberto Fats Fernández; y más tarde escuché una grabación de esos temas.
Quedé realmente impresionado por su hermoso sonido en la trompeta y el flugelhorn, un sonido verdaderamente cálido, con una técnica capaz de tocar en todos los registros con ese sonido envolvente.
Pero lo más importante de todo fue su sentimiento para la música. Este sentimiento lo muestra a sí mismo en cada tema de este álbum. Los temas del álbum están en todos los estilos posibles.
Escuchando la grabación comencé a sentir el mensaje de Fats Fernández. Su simplicidad melódica va adherida al respeto por la melodía.
Me sentí realmente comunicado por su personal expresión.
Escuchemos la trompeta de Fats en la hermosa canción de Freddie Hubbard Yesterday Dreams y su trabajo vocal en Cuando yo me transforme; las frases melódicas que brotan de su alma en Amores de estudiante y Volver de Gardel y Lepera, y el especial sentimiento rítmico que él logra tocando la melodía en el tema de Nebbia Después del casamiento.
Si Ud. escucha cada tema de esta colección, escuchará una cantidad de músicos expresándose. Los temas compuestos por Litto Nebbia, ayudan a Fats y a los demás músicos a mostrar sus sentimientos personales, logrando a través de esta música una comunicación total.
Cada día vemos más, cómo el jazz americano se ha transformado en una subcultura en otros países, llevando a músicos locales a encontrar su propia expresión respecto a la música de jazz.
En mis viajes le cuento a la gente, que el jazz es el latido del corazón del mundo. Así escucho que Roberto Fats Fernández en este álbum y en los muchos que vendrán luego, ha capturado realmente la esencia del jazz americano.
Él nos ha mostrado su personal expresionismo y se ha comunicado realmente, con todo el que escuche. Gracias Fats.
Jimmy Owens
Trumpet, Composer, Educator
New York. 15 May 1987.
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Un trompetista de Buenos Aires · Ficha Técnica
A
Después del casamiento · L.Nebbia
Navarro, piano. Franov, bajo. Fattoruso, batería. Nebbia, sintetizadores. Cutello, saxo. Fernández, trompeta.
Sueños de ayer · F.Hubbard
Dalto, piano. Williams, batería. Nakamura, bajo. Urbaniak, violín. Mintzer, saxo. Sandy, percusión. Fernández, flugelhorn.
Canción para el Timoteo · Nebbia/Fernández
Nebbia, piano. Franov, bajo. Fattoruso, batería. Tejera, percusión. Larumbe, sintetizador. Fernández, trompeta y fluegelhorn.
El gran vernissage · L.Nebbia
Nebbia, piano DX7. Minichillo, batería. Fernández, trompeta.
B
Sólo se trata de vivir · L.Nebbia
Nebbia, sintetizadores. Fernández, flugelhorn.
Cuando yo me transforme · Ingaramo/Nebbia
Ingaramo, piano. Franov, bajo. Fattoruso, batería. Nebbia, sintetizadores y canto. Fernández, trompeta y canto.
Café y ensaimadas · L.Nebbia
Nebbia, sintetizadores. Navarro, piano. Franov, bajo. Fattoruso, batería. Fernández, trompeta.
Amores de estudiante · Gardel/Battistella
Volver · Gardel/Lepera
López Furst, piano. Nebbia, guitarra y DX7. Fernández, trompeta.
Teclados
Jorge Navarro, Jorge Dalto,
Baby López Furst,
Juan Carlos Ingaramo,
Horacio Larumbe, Litto Nebbia.
Percusión
Cacho Tejera, Sandy Nakamura.
Violín
Michal Urbaniak
Bajo eléctrico
César Franov
Contrabajo
Terno Nakamura
Saxo tenor
Bobby Mintzer
Saxo alto
Jorge Cutello
Guitarra
Litto Nebbia
Batería
Buddy Williams, Osvaldo Fattoruso,
Norberto Minichillo.
Trompetas y flugelhorn
Roberto Fats Fernández
Producido por Litto Nebbia para Melopea Records.
Arreglos y dirección: Litto Nebbia (exceptuando Sueños de ayer y
Café y ensaimadas, arreglados por los músicos que intervienen).
Este álbum fue grabado durante 1986 en Estudio Buenos Aires Records, con la asistencia técnica de Mario Sanguinet y Mario Altamirano; exceptuando Sueños de ayer que fue grabado en New York por Mark Hood.
Foto portada: Olkar Ramírez. Publicado por Interdisc.
Buenos Aires 1987.
"Encontrar un sonido propio, ésa es la cosa. Un músico tiene un camino, algo que encontró mamando la teta de todos los músicos que tocaban mejor que él, de todos los que escuchó y de todos con los que tocó. Yo traté de arrimarme siempre a los que sabían más y de aprender, y mi sonido es mi historia. A mí me llaman más por eso que por otra cosa. Yo tengo una técnica razonable, decente, pero no apabullo a nadie. Lo que Dios me dio es una versatilidad linda, ¿no?"
Fats Fernández 1993
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Un día en la vida de Roberto Fats Fernández
Reconocido mundialmente como "la trompeta argentina del jazz", el músico es ciudadano ilustre del barrio de La Boca y ahí, en la esquina de Brown y Olavarría, espera en una mesa de bar.
"Acá vengo siempre, me queda a la vuelta. Es el punto de encuentro de muchos artistas, escritores, periodistas, gente muy interesante. Yo soy bien del barrio. Nací en Olavarría 60, a media cuadra del Riachuelo. Mi paisaje infantil fue el mismo que inmortalizó Quinquela Martín. Y fue acá nomás donde, a los 7 años, me cautivó por primera vez el sonido de una trompeta. Recuerdo que me acerqué a la banda y lo miré al trompetista. El músico, al rato, me prestó la trompeta para ver si le podía sacar sonido. Yo hice el intento y, bueno, logré algo, un sonido que se produce por vibraciones. Pero sin tener idea de nada. La cosa es que el músico me explicó que lo que yo había hecho no era fácil y me dijo que tenía condiciones", recuerda con emoción Roberto Fats Fernández, un músico excepcional que asegura haberse formado en la universidad de la vida.
Es autodidacta; su padre –español– fue tonelero en Mendoza; su madre, ama de casa y "hacía los ñoquis más ricos". El músico comenzó tocando en su parroquia, San Juan Evangelista, y cuando quiso darse cuenta, estaba dando conciertos y charlas en Nueva York.
"Nada fue mágico, sino el fruto de mucho estudio y concentración. Yo voy por la calle tarareando, trabajando ideas para hacer un tema; vivo pensando en la música. Y así fui toda la vida. Hubo épocas en que me despertaba y me acostaba con la trompeta pegada a los labios. Ahora pongo horarios, tengo alumnos, llegué a moderarme. Pero no se puede dominar una pasión. A mí me da pudor contar con toda la gente que toqué, los festivales a los que asistí, los premios que gentilmente me han otorgado. Estoy más que satisfecho y me siento con energía, música e ideas para rato."
Fats Fernández, asustado por el colesterol y otros fantasmas, hace un par de años decidió dejar de ser gordo. Le queda el apodo con que lo bautizó Roy Eldridge, pero no quiere saber nada con los excesos y las comilonas.
"La etapa de la gastronomía y los buenos vinos ya la he vivido, y muy bien, durante muchos años. Me gasté los cartuchos, así que ahora soy light. Una copa de vino de vez en cuando y comida muy natural. Bajé casi 50 kilos y me siento muy bien."
Casado con Gisella Vargas "desde siempre", le gusta levantarse temprano, tomar jugo de frutas recién exprimido, salir a caminar por Barracas, visitar algún amigo pintor, al perro del taller mecánico, almorzar suave y empezar a tocar.
"No es una obligación, sino una necesidad y un compromiso. Me produce una cosa acá (señala su corazón) cuando dicen que soy el mejor. No creo en mejores ni peores. Sólo hay buenos y malos músicos. Yo me defino como honesto. El Gato Barbieri me hablaba de encontrar el camino justo y yo no sabía de qué hablaba hasta que un día, casi por arte de magia, me di cuenta de que lo estaba transitando. El camino justo son las emociones, las imágenes, la poesía y los colores que uno descubre cuando toca la trompeta de determinada forma. Es el éxtasis."
Flavia Fernández
Jazz para todos
Roberto Fats Fernández grabó siete discos. Le gusta tocar temas de sus admirados Louis Armstrong, Miles Davis, Dizzy Gillespie. Y, más acá, tangos como Naranjo en flor, Gricel y temas de Litto Nebbia.
Asegura que hace sonar su trompeta donde sea: en algún rincón de Mar del Plata, en un bar, en la avenida Callao, en un auditorio enorme, en un pub...
Si es gratis, mejor. "Todos tienen derecho a escuchar jazz. Contrariamente a lo que piensan muchos, yo opino que es para todo el mundo. Voy con mis músicos (Manuel Ochoa en piano, Jorge Armani en guitarra, Alfredo Facciolo en bajo y Daniel Hoyos en batería) a todas partes."
Fats Fernández exprés
Arte
"Me gusta la pintura con locura, pero nunca intenté pintar. Escribir también me gusta, pero sólo escribo música. Letras he hecho, ¡pero hay tantos escritores maravillosos!"
Raíces
"Toqué con músicos de la talla de Roy Eldridge, Wynton Marsalis, Dizzy Gillespie y las mejores orquestas, pero vivo en La Boca y nunca me iría. Acá hay mucha poesía, gente humilde y todos los recuerdos de mi niñez".
Rituales
"Miro alguna película, poca televisión, excepto los noticieros. Escucho música clásica, jazz, tango. Admiro a Troilo".
Dios
"Rezo con la mente en cualquier parte. Soy creyente y muy amigo de Alejandro, el párroco de San Juan Evangelista. Lo admiro porque hace mucho por La Boca, es laburador de verdad".
Fuente: Diario La Nación · BsAs · 2005
Nadie como Fats Fernández representa más cabalmente al jazz en la Argentina
Trompetista emblemático, con casi cincuenta años en los escenarios locales ("En algún momento de este año los voy a cumplir", dice), tiene una historia que lo vincula con su instrumento desde su infancia, en el barrio de La Boca.
Su historia es un ejemplo de vocación. Con pocos años, menos de seis, se ubicaba al lado de los cornetistas de cuanta banda aparecía por su barrio, un mundo de fuerte inmigración, donde la música tenía una presencia permanente.
Hizo lo que en su época se llamaba primero inferior en el colegio San Juan Evangelista de la Obra de Don Bosco, a sesenta metros del café Roma, en Olavarría y Almirante Brown, y eligió para la entrevista precisamente ese lugar, un territorio en el que juega de local.
"River nos podrá ganar, pero no tiene un trompetista así", le dice a La Nación un parroquiano que parece apreciar tanto el fútbol como el jazz. Como otros, él valora en toda su dimensión a este músico que el mismísimo Wynton Marsalis ubicó entre los diez mejores trompetistas de los años noventa, un lugar de honor para este artista fanático de Boca Juniors y de los canelones de Gisella, su compañera de toda la vida.
Desde antes de tocar
"Soy trompetista, ya lo era antes de tocar", reflexiona Roberto (tal su nombre, que nadie usa, porque todos lo llaman "Gordo", es decir, Fats) cuando hace un balance de sus comienzos. A mediados de los años 40, algunos colegios disponían de instrumentos propios, con los cuales armaban sus bandas.
"Mire -reflexiona-, tuve mucha suerte de estudiar en ese colegio, donde aprendí a tocar la corneta, pues mi vida ya era la música. A la distancia me veo como un chico que necesitaba eso, y el colegio me lo permitió".
Sensible, aunque con fuerte carácter, cuenta que su hermano, fallecido el año último, lo introdujo en la música o, quizás, en el gusto por los instrumentos.
"Él tocaba el tambor en una banda y me causaba una gran admiración verlo", cuenta, y agrega que con ocho años se había perfeccionado en imitar a una orquesta con la boca.
"Iba por la calle haciendo las partes de las trompetas, el contrabajo, los tambores, los platillos. Era mi pasatiempo", añade.
"Por aquellos años, las cooperadoras cooperaban y teníamos sesenta instrumentos, en el colegio, que nos sacaban de la calle", sentencia, y sigue con otra frase: "El maestro Bardera me enseñó música al mismo tiempo que daba los primeros pasos en la escuela, y eso me permitió desarrollarme".
A los trece comenzó la secundaria en el comercial Joaquín V. González, y su madre le regaló una corneta con pistones Cuenow. En 1952, se lanzó a tocar en grupo. Su comienzo fue con un sobrino de Piazzolla, Malatto, en el piano, y con Villarino en la batería. "Duró poco, pero representó todo un paso. Luego vendrían los American Boys, mi primer grupo en serio. En la banda estaban Alfonso Ferramosca en piano y Luis Schiaris en clarinete, y debutamos en el centro Unión de La Boca.
Por esos años me iba haciendo amigo del jazz, me acercaba a los que sabían", rememora Fats Fernández, que en los últimos años perdió una buena parte de sus kilos. Nombra, a la hora de hablar de sus estudios de trompeta, a varios: José Granata, Wilfredo Cardozo, Carlos Constantini, Rubén Barbieri (hermano del Gato) y el Cholo Rosini. De ellos, dice, tomó ciertos aspectos estilísticos que armaron su lenguaje musical.
"Escucho con detenimiento a dos trompetistas: Louis Armstrong (¡cómo no hacerlo!) y Bobby Hackett, músico blanco continuador del legado de Bix Beiderbecke y que por su elegancia resultó de enorme influencia sobre el propio Miles Davis."
"Siendo muy joven -continúa Fernández- viajé a Mendoza, a la casa de unos parientes, y escuché un disco chileno de Dizzy Gillespie. Me impresionó... Pero el verdadero descubrimiento lo hice en el Palacio de la Música de Montevideo, adonde había viajado con los Georgia Jazz Band. Allí escuché a Charlie Parker. Fue un sacudón: era el disco con arreglos de cuerdas, con Buddy Rich, Ray Brown y Stan Freeman", dice el trompetista.
Recuerda que se generó una verdadera revolución cuando Fats, ante la sorpresa de su grupo, dijo: "A Parker lo entiendo perfectamente". Fernández cuenta que era intuitivo en su aproximación a los grandes bopperos de esos años. "Tomaba la música de una manera amplia y sentía que corría con ellos. Por esa época me dio algunas excelentes lecciones de armonía el trombonista Mauricio Roll y, al poco, se armó la Old Timers Dixie Jazz Band.
Los primeros clubes
Algunos músicos de jazz atraviesan por ciertos paralelismos vivenciales. Hacia fines de los años 50, Fats trabajaba en varios grupos de jazz tradicional, pero a la noche, luego de los shows, iba al New Inn, en la zona del bajo, donde con Pichi Mazzei, Alfredo Remus, Bubby Lavecchia y el Flaco López Ruiz hacía standards en el estilo bebop de Parker.
Fats dice que el jazz moderno comenzó aquí en tres lugares: el Hot Club de Buenos Aires, el centro Amigos del Jazz y el New Inn.
"En estos lugares se desarrolló la tradición jazzística de Buenos Aires, que luego se repartió por los distintos clubes y bailes", dice este jazzman que el 7 de junio (aunque esté anotado el 10 como día de nacimiento) cumplirá 65 años.
Soltero y vecino de La Boca, lugar del que jamás se mudó, trabajaba en una banda de jazz para luego atacar las frases más expresivas de su repertorio en encuentros de amigos como los que durante meses sostuvo en el famoso Jamaica, donde el trío de Baby López Fürst, el Negro González y Néstor Astarita creaban el jazz más moderno en su concepción armónica de la ciudad, tras la apertura hecha por el quinteto de Astor Piazzolla.
"Sí, qué tiempos. Una noche entró el Gato Barbieri y se puso a tocar con el trío. Al rato se acercó y me dijo: "Me gusta cómo tocás. Sumáte". Me habían escuchado una noche en la que el Gato estaba con Lalo Schiffrin. Estuvimos con ese quinteto durante semanas, de lunes a sábado, y lo más destacable es que nunca nos pagaron. El Gato y yo tocábamos gratis", señala Fernández, y al decirlo, sonríe.
El trompetista recuerda que Barbieri había regresado de Brasil y tenía una concepción muy abierta de la música. "Tras nuestros paseos en Jamaica nos íbamos a la casa del Gato y Michelle, su esposa, nos hacía fideos. Escuchábamos jazz; en esa casa tomé conocimiento del estilo de Miles Davis, de Clifford Brown, de Sonny Rollins, de Coltrane..."
Tiempos intensos, como el estilo que va definiendo a este músico, que debió atravesar por algunos dilemas sobre su modo de interpretar. Dice que en un tiempo llegó a sentirse mal por su estilo "saxofonístico" de interpretar y que debió consultar con Oscar Alemán sobre este punto. El guitarrista sólo le respondió: "¿Y cuál es el problema? Vos tocá".
Fats Fernández es el más expresivo trompetista del circuito jazzístico. Recuerda que tras cada solo en las noches de Jamaica, el Gato le decía a González: "¡Qué feeling tiene el Gordo!" Un día, Fernández se cansó, encaró a Baby y lo interpeló: "¿Qué quiere decir feeling?"
Mientras cuenta su vida comienza a abrir lentamente el estuche donde descansa una de sus compañeras. A la cita vino acompañado por una flumpet Monnet, mitad flugellhorn, mitad trompeta, una criatura nacida en 1990 que reúne calidez y ataque. "La toqué en el primer Brass Conference de ese año y las cosas salieron tan bien que la casa me lo regaló. Una idéntica tenía Art Farmer", señala, y comienza a improvisar una melodía que llena el aire del bar y que genera de manera instantánea un silencio respetuoso.
En la calle, Fats ejerce una suerte de atracción. Se saluda con unos y otros; de pronto, aparece el padre Alejandro, uno de los sacerdotes que trabajan en el San Juan Evangelista, su escuela. En La Boca todo le es familiar, de ahí que se entiende su dificultad para aclimatarse a otras metrópolis. Ninguna lo puede cobijar como la República de La Boca, de la cual el Gordo es ciudadano ilustre.
Fuente: Diario La Nación · BsAs · 2001
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