24/5/08

El Gran Gato · 2002




Ventura Pons · El Gran Gato · 2002

Realmente sensacional, El gran gato es un documental de Ventura Pons con las canciones y la vida de Javier Patricio Pérez Alvarez (1950-1990), un porteño que se radicó en Barcelona en 1966 con su familia y que, con los años adquiriría notoriedad como Gato Pérez, un apodo que debió tanto a su rostro como a la existencia independiente y bohemia que supo llevar.

Creía que los puntales de la vida eran la atalaya (la forma de mirar y entender), los libros y la calle. Y entre muchas canciones inolvidables compuso una, Quisiera ser poeta, quisiera ser cometa. Cosas que fue en la realidad, rimando versos entradores y sentidos, y extinguiendo su brillo demasiado velozmente.



Ecléctico, el guionista y director Ventura Pons apela a diversos recursos para contar su historia, por ejemplo los testimonios de su madre, las hijas, la primera y segunda mujer (oficiales). Y tantos amigos, compañeros muchos de ellos en la movida durante el franquismo con la rumba como ritmo melódico esencial, apropiado para una ciudad cosmopolita. Y que reflejó en la rumba catalana a Cuba, la habanera, a los gitanos. Y por parte del Gato los ecos del tango y la milonga tanto como de la guaracha y el bolero.



Escuchar aquellas creaciones de Gato Pérez es como descubrir un eslabón perdido, la explicación para tantos cantautores que vinieron después y con mucha mejor acogida económica y mediática que él. Que fue un precursor y por ello debió luchar, a menudo infructuosamente y al final con enormes déficits económicos y carencias varias, con las exigencias de discográficas adocenadas y burocráticas.

El hombre era, además de un sujeto encantador, un mar de contradicciones, tímido y conquistador, mujeriego y celoso, tan informal como para decirle a la esposa que volvía "en un rato" y regresar una semana después.
Los gitanos lo quisieron entrañablemente, a punto tal que uno de ellos dirá que "no creo que fuese un payo -uno que no es de la raza-, pa mí que era gitano".

Y claro, están las canciones, quince de ellas, a cargo de Martirio o Luis Eduardo Aute, Tonino Carotone, Los Chichos, Kiko Veneno, Moncho o Lucrecia. Y títulos como el más conocido del Gato, Se fuerza la máquina, la inicial Gitanitos y morenos, la extraordinaria Ebrios de soledad y, en fin, todas y cada una aderezadas con el retumbar de cajas y tambores, el rasgueo de guitarras, las inevitables palmas, las voces más puras e increíbles del flamenco.
Aníbal M. Vinelli
Diario Clarín. Buenos Aires



Barca, cielo y ola · Gato Pérez por Lucrecia





Sobre la película
Ventura Pons


Llevo muchos años, desde que debuté en el cine con mi primer largometraje,
Ocaña, retrato intermitente, rodado precisamente hace ya veinticinco veranos, dándole vueltas a la idea de acercarme otra vez a mi gente, y a mi mismo, a través de un trabajo de base documentalista.

Desde que Gato faltó, hace doce años, he estado pensando hacer algo con/sobre él. No se podía olvidar ni aparcar en vía muerta una herencia tan rica como la que nos dejaba. Me entusiasmaba pensar que mi decimoquinta realización volviera un poco a los mismos orígenes de la primera, retomando una cierta crónica de mi ciudad, a partir de los finales de los setenta, que son los años explicados en el retrato de ese insigne andaluz que nos trajo alegría y que brilló por luz propia en las Ramblas.

Me interesan, curiosamente, como se desenvuelven dos personajes venidos de fuera pero que se meten dentro, que convergen, que chupan pero que aportan, que dan y que reciben.

Tuve la suerte, el privilegio de compartir la única película en la que Gato trabajó, ya que fue el autor en 1986 de la música de mi muy urbana La rubia del bar. Creo que el toque Gato no únicamente le sentaba maravillosamente bien sino que la potenciaba con un color musical especial y sobretodo con un calor humano muy personal, muy del gran artista que era. Recuerdo su generosidad poniendo como fondo de secuencias algunos de sus temas, sin sus maravillosas letras, sin sus poemas, pero que, musicalmente, funcionaban per se de maravilla.

Me he planteado El Gran Gato a partir de buscar en la memoria de los muchos que lo conocieron, compartieron y significaron algo en su vida: familia, amigos, músicos, gitanos.. para así explicar y sintetizar en un documento el recuerdo colectivo de todos ellos que brinda amplias e inagotables posibilidades donde ahondar.



Esta primera parte documentalista la concibo como la memoria. Hablé previamente con todos, luego les pedí que aceptaran conversar entre ellos por grupos reducidos a partir de temas que había ordenado, pero de una forma libre, sin imposiciones. Buscaba su verdad en su espontánea memoria para que nos ayudaran a comprender el significado de Gato.

Me horroriza la idea, tan habitual en el cine, del fotomatón, de la cabeza parlante. Muy al contrario, mi obsesión ha sido la de hallar en esos pequeños grupos su visión como un todo, con sus ricos y matizados pequeños detalles, pero también con sus contradicciones...

Para subrayar la actualidad de las composiciones de Gato y conseguir que los nuevos espectadores descubran el valor que su obra posee, he recurrido a concertar quince canciones seleccionadas entre las más de sesenta que compuso.
La selección no es arbitraria (hay tanto donde escoger) y creo que el orden previsto ayudará a entender a Gato.

El concierto, ubicado en un revivido e imaginario Zeleste, el mítico local de los ochenta, segunda parte o más bien nudo central de la película, sirve para revivir sus canciones, las canciones que nos ha dejado para que las disfrutemos siempre. Para que volvamos a emocionarnos con ellas, para que nos conozcamos mejor y para que gocemos de la vida a través de su legado, que es como me gusta llamar a esta parte.

Soy consciente que el formato concierto ha sido brillantemente utilizado por muchos otros colegas que ahora me vienen a la memoria: Scorsese (The Last Waltz), Wenders (Buenavista Social Club), Trueba (Calle 54)... Supongo que es por que, si es de verdad, funciona. Y yo creo en la verdad de los muy variados intérpretes que cantan a Gato porque él también es parte de su cultura, de su tradición, de su historia.

0 sea que memoria (documento) y legado (obra) coexisten en la narración, separadamente pero también enlazándose, acercándose, ya que ambas partes sirven, limpiamente, para la comprensión y el disfrute de Gato.
De Gato y de sus temas, de su mundo, de la inmigración, del mestizaje cultural e idiomático, de los Gitanos sedentarios, de la rumba pero también de la gloriosa movida barcelonesa de su época, del esfuerzo y desgaste del artista anónimo...

Muchas temas se han quedado en el cajón, pero creo que ha valido la pena la síntesis narrativa a la que me he obligado para contar y condensar a la vez a ese Gato que todavía se nos aparece como parte de nuestras vidas.

Puede que sorprenda que no haya querido recurrir a material de archivo, pero he entendido y apostado para que la verdad de mi película estuviera precisamente en su ausencia. Lo que nos queda de Gato es su memoria y su legado y en ambos apoyo el sentido de mi narración.
Ventura Pons


Marcos Ordóñez habla sobre Gato Pérez



Marcos Ordóñez es el autor de Gato Pérez, biografía publicada por Júcar en 1987. Este video es el primero de una entrevista a este escritor; al finalizar pueden seleccionarse las siguientes partes que completan el reportaje. Muy recomendable también otro excelente trabajo titulado La Rumbatomba donde entre otros, habla la madre de Gato Pérez.




Rumba dels 60's
Xavier Patricio Pérez

Un matí de primavera del que aviat farà dotze anys
arribava a la ciutat per la porta que té al mar
en un "barco" transatlàntic des d'un continent austral
un xicot viatger que duia una gran curiositat.

Molts amics en la distància havia hagut ell de deixar
tot un món intens de festa que solia freqüentar
la seva ciutat gegant coneixia pam a pam
i aprenia del carrer les qüestions fonamentals.

Un ambient cosmopolita i d'una gran activitat
va sorprendre gratament aquell noi al arribar,
quasi 30 anys captiva no havien pogut canviar
a l'enèrgica ciutat que començava a despertar.

Emigrants i forasters inundaven els carrers
en un cóctel demencial de turistes amb obrers
obert i càlid el cor dels seus habitants
es nodria des de sempre de tradicions ben diferents.

Hi ha gitanos i jueus
valencians i portuguesos
andalusos i argelins
mallorquins i aragonesos
i unes Rambles que van plenes
de fecunda humanitat
un oasi de tolerància
impossible d'amagar.

Copa a copa descubria els seus recons més amagats
en extenses caminates a les hores escolars
un itinerari ric de xerrades i de bars
des d'el Tibidabo al mar i del Besós al Llobregat.



En esta web (vespito.net) dedicada a Gato Pérez, se hace un amplio y exhaustivo repaso a su obra, con datos y comentarios sobre la discografía completa del músico catalán.


Gato Pérez · Apuntes biográficos

Pocos personajes han tenido una importancia tan vital en el desarrollo y evolución de la música genuinamente barcelonesa como Gato Pérez, y pocos como él se han mantenido siempre en un discreto e inmerecido segundo plano.

Javier Patricio Pérez nació en 1950 en Argentina, de padre catalán y llegó a Barcelona en 1966. Apareció en el mundo de la música en los primeros años setenta, en los inicios de gestación del rock progresivo y la música layetana.
Gato Pérez, en ese momento más bajista que guitarrista o cantante, estuvo entre los puntales del movimiento con su mítico grupo Secta Sónica y espoleando muchas de las sesiones hoy ya históricas de la Sala Zeleste de Barcelona.

Como todo movimiento, el rock layetano que giraba en torno a la antigua Sala Zeleste se fue diluyendo y el grupo de músicos que conformaban su núcleo se dispersó. Gato Pérez, que llevaba mucho de salsero en su sangre sudamericana, se acercó a la rumba catalana; primero de forma tímida y casi intuitiva, después de forma seria e investigadora.

También fue Gato Pérez el primero en acercarse con su afilada poesía a muchos problemas sociales que la música catalana parecía haber olvidado tras el entierro oficial de la nova cançó.

En sus canciones aparecieron las primeras críticas a los aún incipientes síntomas de discriminación contra los trabajadores africanos del Maresme o contra las comunidades gitanas de algunos barrios; todo eso mientras hablaba de una idílica ciudad mediterránea enfrentada a su imagen de polución y deshechos cada vez más opresiva.

Tal vez por esa opresión Gato decidió vivir fuera de la gran urbe y obtener así, desde Caldes de Montbuí, una visión más global y objetiva de los problemas que le preocupaban.

En ese buscar nuevas músicas que se adaptasen a sus pensamientos era lógico que Gato descubriese los encantos del ventilador rumbero de los gitanos barceloneses y llegase hasta figuras patriarcales como Pescadilla o Peret.

Gato redescrubrió a los viejos instigadores barceloneses del movimiento como
L'onclo Polla o su hermano Pescadilla; recuperó a los antiguos palmeros de Peret con el nombre de Chipén y organizó Las Estrellas de Gracia, la banda que mejor ha mezclado la salsa antillana con la rumba catalana.

Gato Pérez falleció con cuarenta años, en su casa de Caldes de Montbuí a causa de un fallo cardíaco, el 18 de octubre de 1990. Hacía varios años que acarreaba serios problemas de salud, aunque continuaba trabajando.
Fuente: Artículo de Miquel Jurado en Diario El País. Barcelona, 1990.
Imágenes: CoverArtWorld 2008

Concierto de Gato Pérez





Emitido por TVE2 en mayo de 1990.
www.tu.tv

No hay comentarios: