1/3/08

Frédéric Chopin · Mallorca 1838

Frédéric Chopin · Músicos en Mallorca



Las ediciones de música clásica suelen publicarse con un libreto que contiene datos biográficos del autor y comentarios sobre la obra en cuestión. Este álbum, con música de Frédéric Chopin, pertenece a la colección The Great Composers de Funk & Wagnalls, editado en 1966 por RCA. En las notas del programa, escritas por el crítico musical Robert Jacobson, se describe el breve y desafortunado paso por Mallorca del genial pianista de Varsovia y su compañera George Sand. Poco más de tres meses -del 8 de noviembre de 1838 al 13 de febrero de 1839- fue lo que se prolongó su aventura en la isla. Tiempo suficiente para generar, en los años posteriores y hasta la actualidad, cientos de artículos sobre el tema, opiniones polémicas y versiones variadas.

El texto que sigue a continuación, firmado por Robert Jacobson, ha sido traducido amablemente y con especial dedicación para este blog, por Bernd Hagmueller, quien también reside en Mallorca, más concretamente en Valldemossa, cerca de la Cartuja donde vivió Chopin.



Un romance mediterráneo

Cuando su noviazgo con Maria Wodzinska se rompió en el año 1837, Chopin ya había conocido a Aurore Dudevant -o George Sand- nombre que utilizaba en sus libros y con el cual se le conoce públicamente. De hecho se habían conocido un año antes, presentados por Franz Liszt.

El compositor ya era una persona bastante cambiada desde que había llegado a París en 1831. Del apasionado e ingenuo joven se había formado uno de los músicos más originales hasta esa fecha, confiado en sus propios poderes, respaldado por su amplia y distinguida obra.
El año que se conocieron, por ejemplo, Chopin publicaba su F minor Concerto op.21, el Andante spianato y Grande Polonaise op.22, su primer Ballade op.23, las cuatro Mazurkas op.24, sus dos Polonaises op.26 y el par de Nocturnes op.27.



En abril de 1837 George Sand le invitó, junto a Liszt y la Condesa d’Agoult a quedarse en su casa de campo en Nohant, cerca de Chateauroux en la provincia francesa de Berry. Chopin no fue, pero cuando se percató, algo mas tarde aquel mismo año, que toda esperanza a un casamiento feliz con Maria se esfumaba, ya no encontró razones de seguir esperando. De pronto, de una cálida amistad se formó algo mucho
mayor.
Ambos tenían varias razones para dejar rápidamente París. Primero, porque George Sand había sido amenazada por un tal Mallefille, antiguo amante, al cual ella le había dejado de lado por Chopin. En segundo lugar, el estado de salud del compositor seguía siendo motivo de preocupación.

Con la información de unos amigos -que nunca habían estado- de ser Mallorca un retiro ideal, con pleno sol y aire fresco, decidieron pasar allí el invierno y la primavera de los años 1838-39.
Los preparativos se hicieron con mucho secretismo. Chopin vendió sus Preludes op. 28 a una editora por 2000 francos para cubrir los gastos.
George Sand salió de París el 18 de octubre para encontrarse con Chopin en Perpignan el 29 ó el 30 de ese mes.

El arribó, escribía ella, pareciendo “tan fresco como una rosa y tan rosado como una remolacha -y con buena salud-, habiéndose levantado como un héroe después de pasar cuatro noches en un carruaje… Nuestro viaje está comenzando ‘con los augurios mas felices’, como solía decir: el cielo es precioso.”

Chopin trajo sus manuscritos sin terminar, sus volúmenes de Bach, de los que nunca se cansó de estudiar, un montón de partituras, y seguramente ya estaba pensando en la música que iba a escribir.

Al principio todo parecía ir bien y Chopin escribía a un amigo en París: “Aquí estoy en Palma, entre palmeras, cedros, cactus, olivos, naranjos, limoneros, aloes, higueras, granadas, etc. Todo lo que se suele ver en los invernaderos de los jardines botánicos. El cielo es de color turquesa, el mar como lapislázuli, las montañas como esmeralda y el aire maravilloso. Durante el día brilla el sol, todo el mundo pasea en ropa de verano y hace calor. Por las noches, suenan guitarras y cantos durante largas horas. Terrazas enormes donde abunda la parra, murallas árabes. Todo aquí, incluida la ciudad, tiene un aire africano. En pocas palabras, la vida es estupenda.”



Después de una estancia en Establiments, un pueblo cercano a Palma, se mudaron al monasterio abandonado de Valldemossa, que fue en esos tiempos un lugar salvaje y remoto.



En noviembre, George Sand escribió: “Tengo reservada una celda, que consiste en tres cuartos y un jardín por 35 francos al año en el monasterio de Valldemossa –un lugar abandonado, enorme y espléndido en la montaña. Nuestro jardín esta repleto de naranjas y limones; los árboles crujen del peso de su carga… Vastos claustros de la arquitectura más bonita, una iglesia encantadora, un cementerio con una palmera y una cruz de madera como la del Acto Tercero de Robert le Diable. Los únicos habitantes aparte de nosotros son una sirvienta mayor y el pastor, nuestro guardián y mayordomo a la vez. Espero que haya algún fantasma.
Desde la puerta de mi celda se observa un claustro enorme y cuando el viento golpea la puerta suena como cañonazos por todo el monasterio. Verás que no me faltara poesía ni soledad."

Pero cuando cambió el tiempo y las tormentas fueron frecuentes, la salud de Chopin sufrió un deterioro alarmante y los médicos locales poco pudieron ayudarle.

No obstante, gracias a las habladurías se extendió el rumor que el compositor estaba moribundo, y la población local le miraba con horror. Pero, como tantas otras veces cuando su estado era para desesperarse, Chopin se recuperó de repente.
Como decía George Sand: “Su bondad y paciencia son angelicales. Somos tan diferentes a la mayoría de la gente y cosas de nuestro alrededor… nuestra familiaridad se ve reforzada aún más por eso y nos aferramos a nosotros mismos con más afecto e íntima felicidad.”



En realidad, su estancia debe haber incluido un buen número de días buenos.
En enero de 1839 llegó finalmente el piano de Chopin. Terminó la Polonaise op.40 no.2 y comenzó con el Scherzo op. 39.

En febrero envió unas copias a París, de la Ballade op.38 y también de las dos op. Polonaise. Sin embargo, estuvieron felices de salir de Mallorca en cuanto el tiempo se lo permitió.
Aún recuperado, seguían preocupados por su estado de salud. Las condiciones primitivas, combinadas con el mal tiempo, fueron tan diferentes de lo que habían esperado, que les llevó a aborrecer el lugar.
Así, George Sand confesó más tarde que su viaje había sido un “fiasco total”.
Robert Jacobson



Texto original en inglés traducido por
Bernd Hagmueller. Valldemossa 2008.





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Otra versión

Algunos detalles más que complementan esta historia, pueden encontrarse en el siguiente artículo, escrito por Rocío Cuenca Antón, en www.filomusica.com.

En la época en la que inicia su relación con Chopin, George Sand estaba manteniendo otra con F. Mallefile. Decide abandonarle, y éste, al enterarse de que le deja por Chopin, se encara con ella, amenazándola con pistola. Por suerte los hechos no llegan a mayores, aunque todo París se entera del acontecimiento.

Para evitar habladurías, deciden alejarse de la ciudad por un tiempo y el destino escogido viene a ser Mallorca. Viajan por separado para evitar comentarios. Por un lado, George Sand con sus dos hijos y sirviente; por el otro Chopin.
Por fin llegan el 8 de Noviembre. Durante una semana se alojan en el consulado francés para pasar luego a una hermosa villa, Son Vent, gracias a los oficios del cónsul.
Chopin está realmente encantado con el paisaje y el clima. Pero su felicidad se verá truncada muy pronto: a finales de noviembre, enferma y tiene una grave crisis de tuberculosis -que se hace pública-, por lo que se ven obligados a desalojar la villa, teniendo además que pagar los gastos de desinfección de la misma.

La pareja, se niega a marcharse de la isla, y encuentran un nuevo lugar donde vivir. Se trasladan a la Cartuja de Valldemosa, a 15 km de Palma. Sand se muestra bastante contenta con el cambio y así lo refleja en sus escritos. En cambio Chopin es menos entusiasta: "...Mi celda tiene forma de amplio ataúd...".
Su permanencia en la Cartuja, tiene nefastas consecuencias para la salud de Chopin, debido a la humedad, y la mala ventilación de la celda. En cambio, a nivel artístico, es muy fructífero, ya que compone el conjunto de sus Preludios, el Scherzo en Do menor, la Gran Polonesa op. 40/2.



A pesar de todo, su estancia no fue feliz, y este hecho termina repercutiendo en sus relaciones con George Sand. Tampoco contribuyen el trato recibido por parte de los lugareños. Al ver que no asistían a las celebraciones religiosas y descubrir que la pareja no estaba casada, les hicieron un boicot: en el mercado, por ejemplo, les pedían precios desorbitados por los productos. Según cuenta George Sand, con ese dinero que gastaban, se hubieran dado festines en París. Como curiosidad, se sabe que compraron una cabra para que Chopin tuviera leche fresca.



En la Cartuja, no había ningún piano, por lo que Chopin, decide escribir a su amiga Camille Pleyel pidiéndole que le envíe uno. Mientras éste llegaba, alquila uno, que resultó ser de muy mala calidad. Por fin, en enero de 1839 llega el piano, trasladado hasta Valldemossa a lomos de un asno, en el cual puede componer y tocar su colección maestra de 24 Preludios op. 28.

Sólo pudo disfrutar del piano un mes aproximadamente, ya que el 13 de febrero abandonaron la isla. A pesar de su gran calidad, lo vendieron en muy malas condiciones: nadie quería un piano que "había sido tocado por un tuberculoso".


Años más tarde, George Sand relató estos hechos en su libro Un invierno en Mallorca.

En Valldemossa puede visitarse el lugar donde residieron Frédéric Chopin y George Sand. Allí se conserva el piano Pleyel de Chopin, el único reconocido oficialmente y que nunca salió de la isla.

Cada año se celebra en Mallorca, durante el mes de agosto, un Festival Chopin en recuerdo de la figura y la música del gran compositor polaco.

En 1930 el compositor mallorquín Joan Maria Thomàs creó el Festival Chopin, el primero en Europa dedicado al músico polaco. El objetivo, entonces y ahora, ha sido conservar la memoria de la estancia de Frédéric Chopin en Valldemossa, y difundir su obra junto a la de los compositores románticos.

Entre las actividades paralelas es de destacar la simbiosis entre artistas plásticos contemporáneos y la música. Asimismo, la figura de George Sand se ha colocado en plano de igualdad con la de Chopin.

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