17/12/07

Misa Criolla · 1964




Misa Criolla · Catedral de Palma de Mallorca · 2008




La Misa Criolla de Ariel Ramírez

Cuando Ariel Ramírez grabó su Misa Criolla en Buenos Aires, en octubre de 1964, se tuvo la sensación de estar frente a una obra destinada a tener trascendencia, aunque nadie pudo prever la dimensión que la Misa Criolla habría de adquirir.
Esta creación musical, editada discográficamente en cuarenta países, ha alcanzado hasta la fecha una venta de más de tres millones de copias.
Asimismo, su partitura ha sido publicada en Estados Unidos, Canadá y Argentina. El estreno público de la Misa Criolla se llevó a cabo en Dusseldorf, el 12 de marzo de 1967, bajo la dirección del compositor.



La Misa Criolla, cantada con el texto en español aprobado por la Comisión Litúrgica para América Latina, en 1963, presenta un notable conjunto de inspiradas melodías originales de su autor, basadas en ritmos regionales de la tradición musical argentina e hispanoamericana.
La interpretación está a cargo de un solista (o dúo vocal), coro de cuarenta voces mixtas como mínimo, clave (o piano) y un conjunto instrumental en el que figuran charango, quena, siku y una amplia gama de instrumentos de percusión provenientes de distintas regiones.



Las partes que integran esta Misa, denominada Criolla por su autor en alusión a lo nativo de América descendiente de lo español, se detallan a continuación:

Kyrie: fórmula impetratoria de dimensión conmovedora en ritmo de baguala-vidala, especie musical andina. La voz del solista comunica el hondo dramatismo de la inmensidad, soledad y aridez del altiplano puneño.

Gloria: una de las más difundidas especies coreográfico-musicales del alto noroeste argentino –Bolivia y Perú- es el carnaval; en este caso Ariel Ramírez escoge una variante argentina, el carnavalito, en compás binario y modo menor. Incluye un pasaje lleno de recogimiento y un retorno brillante, que se cierra con el asentamiento de las voces que repiten el Amén, acompañadas con gran despliegue rítmico.

Credo: esta chacarera trunca, ritmo bailable propio de Santiago del Estero, provincia del norte de Argentina, es el trozo más logrado de la obra, en un ritmo obsesivo, desgarrador y emocionante.

Sanctus: para esta parte se retoma el ritmo de carnaval, pero en la variedad boliviana practicada especialmente en Cochabamba, con su particular compás ternario y en modo mayor.

Agnus Dei: durante esta secuencia, compuesta sobre la evocación de un estilo, especie lírica de la Pampa, la oración manifiesta el anhelo universal por la paz.



Ficha Técnica

·Misa Criolla·
para solistas, coro y orquesta
Música: Ariel Ramírez
Texto: Traducción y adaptación del
texto litúrgico de Pbros.:
A.Catena · A.Mayol · J.G.Segade
Kyrie (vidala-baguala)
Gloria (carnavalito-yaraví)
Credo (chacarera trunca)
Sanctus (carnaval cochabambino)
Agnus Dei (estilo pampeano)

·Navidad Nuestra·
para solistas, coro y orquesta
Música: Ariel Ramírez
Texto: Félix Luna
La Anunciación (chamamé)
La Peregrinación (huella pampeana)
El Nacimiento (vidala catamarqueña)
Los Pastores (chaya riojana)
Los Reyes Magos (takirari)
La Huída (vidala tucumana)

Solista: Los Fronterizos
Charango: Jaime Torres
Coro: Cantoría de la Basílica del Socorro
Dirección: Ariel Ramírez





La Misa Criolla marcó la irrupción en el mundo, de la música litúrgica argentina con un nivel artístico que le permitió ser admirada y amada por grandes sectores del público europeo, americano y de otras latitudes.



Navidad Nuestra, una serie o cantata compuesta también como la Misa Criolla en 1964, fue diseñada como un retablo criollo donde cada momento del misterio de la Encarnación se expresa mediante creaciones lírico-musicales de gran nivel artístico, a la manera popular.
Ariel Ramírez dio a cada episodio un aire regional diferente: un chamamé para La Anunciación a María, una huella pampeana para La Peregrinación de José y María, una vidala catamarqueña para El Nacimiento de Cristo; la Adoración de Los Pastores fue realizada con ritmo de chaya riojana, mientras que la de Los Reyes Magos con el takirari boliviano; La Huída de la Sagrada Familia es una vidala tucumana.



Félix Luna fue el poeta que colaboró con Ariel Ramírez en la elaboración de las canciones que ubican cada pasaje del ciclo navideño en un ámbito popular diferente, correspondiente a las distintas regiones de Argentina; así aparecen reflejados personajes, costumbres, vestimentas, flora, fauna y habla regionales.



Para expresar el clima sonoro de cada ámbito evocado en las seis secuencias de Navidad Nuestra, se interpretan instrumentos utilizados habitualmente en la música tradicional argentina, como el acordeón, el charango, la guitarra y el bombo legüero, además de una variada colección –en especial idiófonos- provenientes de grupos aborígenes americanos. Asimismo se aprecia una ampliación de los citados recursos con la presencia del clave, la celesta, el bajo, las tumbadoras y los accesorios de percusión.



Ficha Técnica


Misa Criolla
Ariel Ramírez y José Carreras

·Misa Criolla·
Kyrie
Gloria
Credo
Sanctus
Agnus Dei

·Navidad en verano· (Félix Luna)
Arreglo de las partes corales:
Damián Sánchez

·Navidad nuestra· (Félix Luna)
Arreglo de las partes corales:
J.G.Segade · D.Sánchez
La Anunciación
La Peregrinación
El Nacimiento
Los Pastores
Los Reyes Magos
La Huída

José Carreras, voz.
Domingo Cura, Jorge Padín, percusión.
Arsenio Zambrano, charango.
Lalo Gutiérrez, guitarra.
Raúl Barboza, acordeón.
Ariel Ramírez, piano y clavecín.
Grupo Huancara, de instrumentos folklóricos sudamericanos (charango, siku, quena, bombos, sonajeros de pezuñas, sonajeros de calabazas, vainas de chivato, vainas de algarrobo, reco reco, cocos, ronroco).
Coral Salvé de Laredo
Sociedad Coral de Bilbao
Directores: José Luis Ocejo · Damián Sánchez

Grabación efectuada en el Monasterio de la Bien Aparecida,
Marrón-Ampuero (Cantabria), junio de 1987.
Producción artística: Eril Smith, Una Marchetti
Productor de la grabación: Job Maarse
Ingenieros de Sonido: John Newton, Henk Kooistra
Montaje: Albert Kos



Las melodías compuestas por Ariel Ramírez hicieron posible el éxito de esta original obra de netas características hispanoamericanas pero que no ha perdido, sin embargo, su profundo contenido universal.
Algunas de las canciones han llegado a independizarse del resto, al ser objeto de múltiples grabaciones por parte de artistas internacionales.



Ariel Ramírez compuso Navidad en verano en 1964, sobre una singular poesía de Félix Luna. A través de sus sentidos versos, expresivamente ligados al clima sonoro, logran los autores transportarnos a aquellas lejanas tierras hispanoamericanas donde el cristianismo enraizó profundamente.
En el Sur los buenos cristianos también celebran el milagro de la Navidad, y desde allí, con el mismo espíritu …aunque no aparezcan pinos nevados ni chimeneas humeantes… la fiesta más importante del calendario litúrgico es ocasión para evocar la paz, y así lo hace esta canción: “Paz en la tierra, en la tierra caliente y en la que nieva”.

Texto publicado en la edición española de la Misa Criolla, Madrid 1988.



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Las Obras

Cuando Ariel Ramírez se propuso componer una misa cantada sobre formas musicales puramente folklóricas, recibió el estímulo y el asesoramiento del R.P. Osvaldo Catena, asesor de Liturgia para América Latina, del R.P. Jesús Gabriel Segade, director de la Cantoría de la Basílica del Socorro y del R.P. Alejandro Mayol, uno de los más entusiastas promotores de la idea. Después de discutir largamente el tema, se resolvió elegir de común acuerdo el texto litúrgico español aprobado recientemente por los peritos de América Latina.

Sobre esas palabras debía encontrar Ariel Ramírez los elementos rítmicos más adecuados para transmitir el fervor de cada secuencia de la misa dentro del ámbito musical de nuestro folklore. A esta dificultad se agregaba el problema de la elección de intérpretes capaces de asumir la responsabilidad de expresar, con la debida belleza y autenticidad, esta ambiciosa creación.

Teniendo en cuenta tales problemas, Ariel Ramírez encaró su composición como una obra para solistas, coro y orquesta. Serían Los Fronterizos, el prestigioso y popular conjunto, quienes se harían cargo de la primera interpretación a través de las voces de sus componentes: Eduardo Madeo, Gerardo López, Julio César Isella y Juan Carlos Moreno.



La Cantoría de la Basílica del Socorro, que dirige el R.P. Segade -armonizador de la parte coral- y una orquesta integrada por instrumentos regionales se asociaron con el clave, instrumento que por su sonoridad y su tradición evocativa fue escogido por Ariel Ramírez -su intérprete- para llevar la voz cantante de la orquesta. La percusión, formada por bombos legüeros, batería, tumbadora, gong, cocos, cascabeles y otros accesorios, aportaron a la obra elementos típicamente americanos. Estos medios expresivos son los que interpretan Misa Criolla.

La Misa Criolla se inicia con el Kyrie, concebido sobre dos ritmos -vidala y baguala- aptos para expresar la honda súplica de esta letanía. Se luce como solista en el tema de baguala, Gerardo López, cuya voz, desgarrada, crispada, dice el tema principal de la oración.
El excelente intérprete de charango Jaime Torres inicia el Gloria con una ejecución magistral, que marca el ritmo de una de las danzas más populares del país: el carnavalito. Es una forma popular elegida con acierto para traducir el júbilo de la gloria del Señor, que Los Fronterizos y el coro exaltan a través de un diálogo encadenado de atrayente vivacidad.

El más difícil de los momentos de la Misa Criolla es, sin duda, el Credo, por la grandeza de su tema y por el ritmo escogido: la chacarera trunca, aire muy popular en Santiago del Estero. Un ritmo obsesionante, casi exasperado, subraya la línea melódica que entra con una fuerza dramática impresionante en torno a las réplicas de Los Fronterizos y el coro, alternados en la afirmación de la profesión de que es propia de esta parte de la Misa.

Ariel Ramírez trabajó el Sanctus sobre uno de los ritmos más bellos del folklore boliviano: el carnaval de Cochabamba, de marcado y subyugante compás, como lo requiere este momento de la Misa en que se aclama la gloria que llena los cielos y la tierra. El Agnus Dei está dicho en un estilo pampeano íntimo, tierno y a la vez solemne. En esta y en la anterior secuencia, Los Fronterizos en su totalidad, actúan como solistas, con el permanente concurso del coro y un ajustado fondo orquestal.

Si la Misa Criolla fue concebida teniendo en cuenta las exigencias de un tema lleno de majestad, los motivos de Navidad Nuestra han sido creados para un retablo criollo donde cada momento del Misterio de la Encarnación es expresado de manera popular: con toda la ternura y plasticidad con que se evoca en el espíritu de la gente sencilla el milagro ocurrido hace dos mil años en tierra de Judea.



Ariel Ramírez dio a cada episodio de la Navidad una voz regional diferente: un chamamé para la Anunciación a María, una huella pampeana para la Peregrinación de José y María, una vidala catamarqueña para el Nacimiento, la Adoración de Los Pastores se hace en ritmo chayero y la de Los Reyes Magos en tiempo de takirari, La Huída de la Sagrada Familia es una vidala tucumana...



Eran necesarios versos cálidos, tiernos, sencillos: palabras que pudieran repetir quienes sintieran la emoción del milagro navideño. Félix Luna fue el poeta que colaboró con Ariel Ramírez en la elaboración de las canciones de Navidad Nuestra. Sus textos, asociados a las melodías populares compuestas por Ariel Ramírez, hacen posible el prodigio de una estampa que tiene sabor y color americano sin perder su contenido universal.





Algunos integrantes de Los Fronterizos cumplen actuaciones relevantes: Julio César Isella canta el chamamé con la tierna gracia que exige el episodio de
La Anunciación, al que agregan las sopranos del coro la humilde respuesta de la Virgen María al ángel Gabriel. En la huella -donde el clave de Ariel Ramírez juega un papel conductor- es Gerardo López quien relata La Peregrinación de José y María -con un Dios escondido- en su seno.



El Nacimiento, una canción que expone los elementos básicos de la vidala catamarqueña en un esquema musical que por su línea melódica puede ser -nuestra- canción de Navidad, ofrece a Eduardo Madeo la oportunidad de cumplir una inmejorable interpretación.
La chaya riojana convoca a Los Fronterizos, el coro y la orquesta, en un ritmo jubiloso, pastoril, agreste, que recuerda en su letra y melodía a los villancicos que en el Siglo de Oro español esmaltaron las obras teatrales clásicas.
La Adoración de los Reyes Magos viene en tiempo de takirari, el crepitante ritmo boliviano, sobre cuyos compases los Magos de Oriente ofrendan al Niño Dios arrope, miel y un poncho de alpaca... Y por fin, La Huída de la Sagrada Familia, lenta y golpeada, sobre una vidala tucumana que transmite la angustia de la Madre por escapar al peligro que corre su criatura.

Navidad Nuestra ofrece, en una selección que armoniza todas las tonadas de esta tierra, el misterio de la encarnación al modo nuestro. Al modo tierno y sencillo en que lo suelen cantar, bajo cielos diferentes, aquellos que creen en el mensaje de un Dios que bajó al mundo para traer paz a los hombres de buena voluntad.

Tal, la Misa Criolla y la Navidad Nuestra. Este disco ha reunido la vocación creadora y la emoción interpretativa de muchos hombres y mujeres que han dado testimonio de la perenne vigencia con que se vivifica un misterio de amor, al que se puede cantar con voces propias, vernáculas, porque su dimensión no admite fronteras. Un misterio de amor que, está visto, puede expresarse también, con dignidad y hermosura, en palabras y melodías que transmiten el caliente sabor de nuestra tierra americana.

Texto publicado en la edición original de la Misa Criolla.
Philips. Buenos Aires 1964.



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El origen de la Misa criolla
Por Félix Luna


"...Una noche de septiembre de 1964 me encontraba en el diario Clarín cuando recibí un llamado telefónico de Ariel.

-Necesito verte con urgencia. ¿No podés venirte?

Terminé mis cosas y me largué a su casa. Ariel me explicó el problema: estaba terminando de componer una misa inspirada en la Misa Luba, el éxito mundial de ese año. Pero los temas litúrgicos no alcanzaban a completar un long-play. Pensaba llenar el disco con cinco o seis villancicos y con esta intención recurría a mí.
Era como la una de la mañana y yo estaba todo lo cansado que puede estar un periodista que entró a trabajar a las seis de la tarde. Pero esa noche era noche de milagros. Todos los recuerdos del colegio de monjas de mis primeros grados, las memorias de una religión que mi madre y mis hermanas me habían hecho vivir intensamente durante mi infancia, una vibración espiritual que nunca dejé de sentir aunque no sea un católico practicante, esa emoción estética que transmiten los ritos y las ceremonias que tantas veces presencié y en las que participé, todo eso afloró repentina y arrolladoramente en aquel momento.

Cuando recuerdo esa noche, me parece que alguien nos dictaba lo que íbamos haciendo. En el tiempo que transcurrió entre mi llegada y la madrugada, cuando volví a mi casa, quedó definida la obra en su totalidad y virtualmente terminadas cuatro o cinco de las seis piezas que la integrarían. Todo fue saliendo con una rapidez y una facilidad increíbles, como si nos hubiéramos preparado durante años para esa creación. Casi sin necesidad de hablar se esbozaban los temas.

-La peregrinación de José y María tiene que ser una huella -decía yo-, porque transmite una soledad y una lejanía como las de esa pareja que busca un cobijo donde pueda ampararse.

-Bueno, pero la huella tradicional tiene una melodía invariable y muy conocida- replicaba Ariel, indeciso.

-Componé otra sobre la misma estructura...

Y no terminaba de decir esto cuando dibujó en el teclado la línea musical de
La peregrinación que ha recorrido el mundo y hasta tuvo el honor de ser plagiada en Francia, donde se la conoció como Alouette.

-Y el Nacimiento, ¿cómo podrías hacerlo?

-Tiene que ser la gran canción de Navidad argentina -decía Ariel-, como 'Noche de paz' o 'Jingle Bells' o 'Navidad blanca'...

Y empezaba a esbozar la vidala catamarqueña que es El nacimiento.

-¿La adoración de los pastores? Ya está: pondremos al Niño en Aimogasta, vendrán a adorarlo de Pinchas y Chuquis, de Aminga y San Pedro, de Arauco y Pomán, y voy a hacer intervenir a mi amigo don Julio Romero, para que preste sus caballos, los mejores del pueblo. Ariel, no tenés más que imaginar una chaya, una típica chaya riojana, y la letra te la tengo lista en un rato, o mañana a más tardar. Y los Reyes Magos no le van a regalar incienso, oro y mirra, sino arrope, miel y un poncho...

Navidad nuestra fue surgiendo con excitación y naturalidad, alegremente, como si lo único que hiciéramos fuera desbrozar de nuestra imaginación todo lo que estuviera ocultando melodías y poemas instalados allí desde siempre: sacábamos malezas y aparecían completos, perfectos, esos temas que trasladábamos rápidamente al papel o al piano.

Ciertamente, fue una noche prodigiosa, y lo más raro consiste en que ni Ariel ni yo nos dimos cuenta entonces de lo que estábamos haciendo; él creía que estaba completando una obra que necesitaba para llenar las dos caras de un disco long-play, y yo salí de allí con la idea de que le había solucionado un problema. No percibimos la real dimensión de una elaboración musical y poética que -no voy a ser falsamente modesto- forma parte inseparable de lo mejor de la cultura argentina.

Pocas semanas después se grabaron la Misa criolla y la Navidad nuestra, pues Philips tenía apuro por presentar el disco antes de fin de año. Yo estuve presente en algunos ensayos y en casi todas las grabaciones. A medida que escuchaba las voces de Los Fronterizos, con su rara coloratura, mientras el clave pulsado por Ariel aportaba ese noble sonido que lo distingue, cuando el coro magistralmente dirigido por el padre Segade enriquecía la línea melódica, iba percibiendo que asistía al nacimiento de una obra de excepcional calidad, algo que habría de exceder el propósito primitivo de sus creadores e intérpretes, para proyectarse a terrenos superiores del arte."

Félix Luna
Publicado el 24 de enero de 2005 en
Diario La Nación. Buenos Aires.

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