25/2/08

Dirty Dozen Brass Band · 2007

Dirty Dozen Brass Band · Wonderbrass


Discoteca Art Decó
Jazz Voyeur Festival
30.03.07

Dirty Dozen Brass Band
Roger Lewis, saxo barítono.
Kevin Harris, saxo tenor.
Terence Higgins, batería.
Kipori Baby Wolf Woods, guitarra.
Efrem Towns, trompeta, flugelhorn.
Julius McKee, sousaphone(tuba).
Revert Andrews, trombón.

Wonderbrass
Nacho Vegas, saxo tenor, clarinete, voz.
Néstor Casas, trompeta, voz.
Didac Buscató, tuba.
Jose Luís Garcia, batería.

La Dirty Dozen Brass Band venia de tocar el jueves en Elche y el sábado en el Festival de Tarragona, con lo que hubiera sido comprensible cierta tibieza, la sensación de que se reservaban para el resto de la gira, al fin y al cabo, tampoco habría sido el primer caso.



Los Wonderbrass iniciaban la noche desgranando su repertorio musical y teatral, intentando animar a un público que reía las gracias pero mantenía las distancias. Son un caso particular, sólidos en su repertorio y bregados en multitud de situaciones. Representan la esencia de un estilo, y no sólo por su estética, sino por su versatilidad y lo cómodos que se encuentran en su labor de “animación”.

No es extraño verles en pasacalles y celebraciones varias, algo de lo que muchos de los que se llaman “músicos” renegarían.
Acabarían su actuación invitando a Geoff Frosell del Palma Jazz Quartet al trombón y Balta Bordoy a la guitarra, aunque para ellos lo mejor de la noche, todavía estaba por llegar...

Después de su intervención, y tras apenas unos minutos en los que nuestra conocida speaker Vicky presentaba esta nueva edición del Jazz Voyeur 2007, unos Dirty Dozen situados estéticamente en las antípodas de sus predecesores en el escenario(memorable Efrem Towns con la que fue la segunda equipación del Barça), atacaban los ritmos funky que marcarían su actuación.



Sonaban como una apisonadora en el Watermelon Man y la tuba de Julius McKee estaba mas cerca del estilo de James Jamerson para la Motown que de su sonido tradicional, y la capacidad de Terence Higgins para imprimir dinamismo a la banda, eran un soporte infalible para la banda.

No hablemos tanto de la banda y sus aptitudes instrumentales, porque el showbussines americano impone sus estandares, pero lo que oímos, vimos y sobre todo, experimentamos intensamente, fue la esencia de una forma de entender la música. La esencia de New Orleans es la alegria de vivir que tanto sufrió con el Katrina, pero que está sufriendo aún mas con las desigualdades socioeconómicas que el temporal puso al descubierto.

Esa alegría es la que les llevó a invitar a los Wonderbrass a subir al escenario, para compartir, como no, los 12 compases “guarros”, donde el Nacho Vegas al clarinete aguantaba muy bien el tipo, mientras Néstor Casas se tomaba con humor a un Efrem Towns que se escapaba a los registros mas altos que no habia visitado en todo el concierto.



Noches como la del viernes son de las que crean afición, aunque algunos puristas no debieron aguantar hasta el final porque las formas jazzísticas fueron desapareciendo, en las mas de dos horas que duró el concierto. Los Dirty Dozen encarnaron el orígen de “ese otro jazz” que defienden con tanto celo.
Fuente: Jazzinmallorca/M.Munar


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